Pierdo el tiempo.

"Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos"

Lovers

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martes, 22 de marzo de 2011

octava escena, onceavo capítulo

Carretera vacía. Conduce con despreocupación. Música a todo volumen como normalmente. Se respira complicidad mezclada con un extraño ambientador de pino. Hoy se ha puesto la misma imagen que siempre.
-          ¿Alguna vez has probado a peinarte?
-          ¿Alguna vez has probado a tener tu propio estilo?
  Ella pone los ojos en blanco y sigue recorriendo el paisaje con la mirada. El cielo está gris; parece que tampoco se ha tomado bien que Bruno se haya ido. Bruno, otra vez. 
-          ¿Qué quería ese idiota? – pregunta, apartando un momento la mirada de la carretera.
-          ¿Chris? – asiente, con una mueca en la cara – Tocarme las narices.
-          Deberías informarle de que ese puesto ya está ocupado.
  Se contagia de esa sonrisa de niña, de esos ojos que sonríen también.
-          Tú sí que eres idiota.
  Pero se percata de esa nota aguda, como queriendo decirlo en serio pero sin poder.
-          Vaya si lo soy, me he decidido por venir a recogerte toda la semana…
-          ¿Ah sí?
-          Así ese tal Chris se enterará de que no tiene nada que hacer. 

miércoles, 23 de febrero de 2011

Séptima escena, onceavo capítulo

-          ¿Cómo la has notado esta mañana?
-          Parecía cansada, ha debido pasar una mala noche.
  Víctor pide algo de pescado para comer al camarero, su mujer pide ensalada para acompañar.
-          No sé si ha sido una buena idea haber dejado que se quedase en casa…
-          Lo que me pregunto es si Bruno ya tenía pensado volver.
-          Supongo que sí… pero ella no sabía nada, claro.
-          Pero lo sospechaba. Ha sido tonta al confiar tanto en él. Todos los hombres sois iguales.
-          No todos, cariño.
  Ella sonríe levemente. Él le acaricia la mano por encima de la mesa.
-          A veces noto que se siente muy sola. Nosotros no acabamos de hacerla sentir como nuestra hija, falta algo, un matiz.
-          Claro que sí, pero no es culpa nuestra. Ella es demasiado mayor como para “cambiar” de padres; estoy seguro de que para ella nunca habrá otros.
-          ¿Estaremos haciéndolo bien?
-          Por supuesto, cariño; de lo que podemos estar más orgullosos es de haberla ayudado cuando más lo necesitaba. 

martes, 25 de enero de 2011

Sexta escena, onceavo capítulo

-          Eh, Graciela.
  Ella se gira. Frunce el ceño.
-          ¿Cómo estás?
-          Bien, supongo – se extraña de que se haya acercado, se extraña de que le hable con normalidad cuando todavía no han arreglado nada desde la última discusión. Se siente algo incómoda.
-          Bueno, me alegro – silencio. Se pasa la mano por el pelo -. Ya me han contando lo que te ha pasado.
-          Pues vaya – su cara deja poco a la imaginación. Sigue bajando las escaleras.
-          Quería decirte que… si necesitas algo, no dudes en pedírmelo.
-          No seas ridículo, Chris. No hagas como que realmente te importa lo que ha pasado. No hace falta que actúes.
-          No lo estoy haciendo.
-          Venga ya; ambos sabemos que lo que quieres es quedar bien, saber más sobre el tema o aprovecharte de mí.
  No la retiene. Es él el que se queda parado, con los labios entreabiertos y dispuestos a decir algo pero sin encontrar palabras.
  La sigue con la mirada. La ve no mirar atrás, decidida e indignada. Entra en el corvette  rojo, que no tarda mucho más en arrancar y dejarlo allí.
  Claro que se siente ridículo. 

jueves, 13 de enero de 2011

Quinta escena, onceavo capítulo

Chris la mira, tal vez con recelo. Ya se ha enterado de todo. Los rumores son imposibles de parar.
  Uno de sus amigos bromea, sugiriendo que ahora que está despechada es el momento perfecto para ir a por ella. A él le dan ganas de partirle la boca. 

jueves, 6 de enero de 2011

Cuarta escena, onceavo capítulo

Claudia sonríe al verla. La saluda con la mano y ella apenas eleva las comisuras. Las otras dos chicas también se giran hacia ella. Graciela está al noventa y nueve coma nueve por ciento segura de que preguntarán algo sobre Bruno.
  No ha sido una buena noche. Parecía como si su mente conjurara en contra de ella misma, haciéndola recordar. Cuando por fin se durmió, los sueños tampoco tuvieron piedad.
  Claro que preguntarán algo de Bruno, y ella tendrá que volver a explicarlo con ese sabor amargo en la boca, con ese nudo en la garganta y en el estómago. Luego, harán el papel de amigas preocupadas, la abrazarán y le dirán palabras de apoyo que seguramente sean falsas, porque no tendrán ni idea del caos que ha causado Bruno ni se lo podrán imaginar nunca. Claudia prestará más atención que las otras, que apenas la conocen, y conseguirá que no se quite a Bruno de la cabeza en todo el día.
  ¿Por qué no actúan como si no pasase nada?

martes, 28 de diciembre de 2010

tercera escena, onceavo capítulo

  Se quita la camiseta y los pantalones. Se mira al espejo de refilón. Se pregunta a sí mismo cuánto habrá tenido que aguantar ella, cuán de grande puede llegar a ser su mente, su forma de pensar.
  Todavía no entiende muy bien cómo pero lo ha impresionado. Tal vez es esa manera de mirar.
  Piensa en su padre, en si estará arrepentido de algo, en si le estará doliendo esto. Hace una mueca. Resulta ridículo pensar que estará dolido cuando no ha tenido piedad, cuando no ha querido entender ni dar oportunidades. No quiere pensar en su madre, no la odia, pero la detesta; tal vez por someterse, sin rechistar, sin acudir a la ayuda de su hijo nunca.
  Tiene las cosas claras, eso sí. No dejará lo que quiere hacer. Él no traicionará a su música, a sus sueños, eso es de cobardes.
  Se sienta en la cama y se pregunta qué le deparará el futuro, qué pasará después de todo esto. 

jueves, 16 de diciembre de 2010

Segunda escena, onceavo capítulo

Es tarde cuando llega. Coge las llaves del bolsillo rápidamente, en la calle hace mucho frío. Las mete en la cerradura, abre la puerta y entra en la casa intentando no hacer demasiado ruido. Sí, es más tarde de lo que había esperado.
No enciende la luz. En la oscuridad parece que desaparece y eso es lo que busca ahora mismo.
Víctor la enciende por ella. Baja las escaleras. No sabe cómo calificar su cara.
- ¿Dónde has estado? Estaba preocupado.
- No ha sido un buen día.
- Eso no es una excusa. Estaba preocupado – repite -. Además, has dejado el teléfono encima de la mesa, no sabía cómo localizarte.
- Lo siento. Debería haber avisado.
- Claro que sí. Yo me voy a la cama, mañana tengo que madrugar, no sé si lo recuerdas. Tu cena y la de Bruno están en el horno, por si tenéis hambre. Por cierto, ¿dónde está?
Nudo en el estómago. Frío repentino. Dedos inquietos que tiemblan. Ojos que bailan. Pestañas que abanican.
- Se ha ido – Es simple de decir, pero complicado de pensar.
- ¿A dónde?
- Se ha ido.
Víctor frunce el ceño. No entiende bien qué es lo que está pasando pero, por la cara de la chica, sabe que se trata de algo serio.
- Pero, ¿volverá?
- No lo sé – y, de pronto, la idea la aterroriza.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Primera escena, onceavo capítulo



-          No quiero volver.
  Él gira la cara para mirarla. Está tumbada a su lado, dejando el olor de su cabello en la almohada, en el edredón, sin piedad.
-          ¿Por qué?
-          Tengo miedo.
  Ahora le clava los ojos, esos ojos que son capaces de viajar en el tiempo, ser niña y dos segundos después tener ochenta años de experiencia.
-          ¿A qué?
-          A afrontar la verdad.
-          Huir no es la manera de solucionar nada.
-          Lo sé y debería saberlo mejor que nadie. Una vez huí y los problemas han vuelto a encontrarme.
-          Por eso debes afrontarlos. Debes ir a casa y hacerle frente a la realidad de que él ya no está; luego, sentirte orgullosa por ser tan fiel a tus propósitos, a tus sueños.
-          Quizá.
  Su boca parece no querer sonreír, pero ella se esfuerza por hacerlo. Él le coge la cara con suavidad, notando que la maldita tristeza ha vuelto a ella.
-          Eh, mírame, estarás bien, todo estará bien.