Carretera vacía. Conduce con despreocupación. Música a todo volumen como normalmente. Se respira complicidad mezclada con un extraño ambientador de pino. Hoy se ha puesto la misma imagen que siempre.
- ¿Alguna vez has probado a peinarte?
- ¿Alguna vez has probado a tener tu propio estilo?
Ella pone los ojos en blanco y sigue recorriendo el paisaje con la mirada. El cielo está gris; parece que tampoco se ha tomado bien que Bruno se haya ido. Bruno, otra vez.
- ¿Qué quería ese idiota? – pregunta, apartando un momento la mirada de la carretera.
- ¿Chris? – asiente, con una mueca en la cara – Tocarme las narices.
- Deberías informarle de que ese puesto ya está ocupado.
Se contagia de esa sonrisa de niña, de esos ojos que sonríen también.
- Tú sí que eres idiota.
Pero se percata de esa nota aguda, como queriendo decirlo en serio pero sin poder.
- Vaya si lo soy, me he decidido por venir a recogerte toda la semana…
- ¿Ah sí?
- Así ese tal Chris se enterará de que no tiene nada que hacer.
1 comentario:
Me encanta como escribes... hace poco me leí el principio de esta historia tan fantástica que escribes y desde entonces estoy pendiente haber cuando puedo leer otro trocito más de tu historia :)
un beso!
http://un-rinconcitodemi.blogspot.com/
Publicar un comentario