Pierdo el tiempo.

"Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos"

Lovers

jueves, 2 de septiembre de 2010

Capítulo 4


  Viernes noche. Mucha gente. Un local precioso, moderno pero a la vez con aires sesenteros. Desde el primer día que fue allí le gustó. La música está alta. Claudia la coge de la mano y la arrastra entre la multitud. Gracias a ella y sus dotes de seducción han podido entrar, o es que tal vez ya la conocen lo bastante como para saber que es cliente habitual.
  Las esperan en una mesa, sentados en sofás. Uno de ellos se levanta, es Chris. Otro viernes cualquiera no lo habría hecho, ni tampoco la habría mirado con rencor al pasar cerca. Aunque suene cobarde, no quiere verla. Ella lo sigue con la mirada; tiene que superarlo, piensa.
-          Creíamos que no llegaríais nunca – dice el novio de Claudia, que la recorre de arriba abajo. Un segundo después ella está en sus rodillas besándolo.
  Suspira. Tal vez la noche no sea tan buena como esperaba, debería haber supuesto que algo así pasaría.
  En toda la semana no le ha dirigido la palabra a Chris. No era eso lo que pretendía, al fin y al cabo, es un chico que le cae bien pero hay dentro de ella que le impide dar un paso hacia la disculpa… ¿pero qué dice? ¿Por qué debería pedir disculpas? Ella no ha hecho nada malo, ha sido él el que la echó de su casa.
  Claudia dice que exagera, que lo que Chris hizo ha estado mal pero tampoco tanto como para llegar a dejarlo. Por una parte tiene razón, pero esta es la oportunidad que no podía dejar escapar, ella no lo quiere lo suficiente.
  Alex la coge del brazo y se acerca para que lo escuche:
-          ¿Seguís con lo mismo?
-          Eso parece.
-          Sabes lo orgulloso que es. En el fondo está deseando solucionar las cosas.
-          Pero es que no hay nada que solucionar, ya hemos puesto los puntos sobre las íes. Si es que está enfadado conmigo, yo no tengo nada por lo que disculparme, le he explicado todo. Hemos roto pero no es una razón para huir de mí.
-          Le ha jodido que se acabara, no sabes cuánto, aunque no quiera dar el brazo a torcer. Eras muy importante para él.
  No le sientan bien esa clase de comentarios, ya se sentía lo suficientemente cruel al dejarlo sin una razón de peso. Alex no lo hace con mala intención, solo pretende informar.
-          ¿Quieres que hable con él?
-          No quiero disculparme, Alex. Siempre que discutimos he sido yo la que ha dado el brazo a torcer, no quiero volver a hacerlo.
-          Pero no me refiero a una disculpa, sino a intentar que entre en razón para que, por lo menos, volváis a ser amigos.
-          En ese caso… está bien – le sonríe.
•••
  No está nervioso. No es la primera vez que lo hace. Han tenido que reemplazar al batería, demasiados problemas con el anterior y el nuevo sí que está nervioso. Se asoma por la cortina para ver qué está sucediendo.
  Hay mucha gente. Sonríe para sí mismo. Será una buena actuación. Uno de los camareros intenta presentar encima del pequeño escenario, alguno lo abuchea, otro le mete prisa y otro lo alaba, él intenta sonreír.
  Por fin salen a escena. Las cabezas se giran hacia ellos. El batería todavía se pone más nervioso. Andrew muestra naturalidad.
  El camarero le pasa el micrófono y se va. Dice algo gracioso, todos ríen. La reconoce entre la multitud, esta vez le es fácil, al contrario que en el instituto. Enseña los hombros con una camiseta negra, no ve mucho más abajo que su cintura pero le basta para saber que cualquier chico se le quedaría mirando; luce el pelo suelto, como casi siempre. Él se pega al micro. Le sonríe a la chica. La ve fruncir el ceño, se estará preguntado que hace él allí. Y comienza a cantar y a tocar su amada guitarra.
  Sí, ella está sorprendida, más que nada por el aterciopelado de su voz, lo distinta que parece sonar ahora, cómo puede llegar hasta a ser tierna. Y por esa extraña fijación por lo viejo, calza unas all stars que deben tener como cien años.
  Se sorprende también porque no puede apartar la mirada. Claudia la ha dejado sola desde hace un rato y no se ha dado ni cuenta.
•••
-          Bravo – aplaude mientras se acerca. Las palmadas parecen hacer eco contra las paredes del local, ahora vacío. Andrew levanta el rostro un segundo para ver de quién se trata, después sigue cerrando la funda de la guitarra.
-          Vaya, tú por aquí.
-          He venido a felicitarte. Para ser sinceros, siempre he pensado que todo lo que podría salir de ti sería basura.
-          Me lo tomaré como un cumplido – la mira de arriba a abajo, en efecto, cualquier chico se habría quedado prendado. Recoge algo más -. Entonces, ya estás a mis pies, ¿no?
-          Nunca.
  Ríe para sí mismo. Vuelve a alzar la mirada. Clava sus ojos verdes en ella, una luz se refleja en ellos. Luego los desvía y la chica gira la cara para ver qué es lo que le está pintando una sonrisa en la cara.
  Tacones altos y una melena larga y oscura. Piernas perfectas, cara perfecta. La odia casi al momento, tal vez la envidia sea uno de los ingredientes.
-          Fantástico, realmente fantástico – incluso una voz perfecta, lo que faltaba.
  Sonríe y los labios rojos enseñan unos dientes blancos como perlas. Andrew la recorre con la mirada. La chica perfecta acaba rodeándole el cuello con los brazos, le da un beso en las comisuras.
  Andrew se acuerda de su amiga, aunque nunca se haya olvidado, que se siente un poco incómoda y mira el suelo. Se dirige hacia ella, apartando a la otra. Se pasa una mano por el pelo.
-          Será mejor que me vaya, Claudia me está esperando. Además, si sigo aquí mucho tiempo aumentaré todavía más tu ego… y, pensándolo mejor, no debí haberte felicitado.
-          Lo hicimos demasiado bien como para que pudieses resistirte.
  Ella pone los ojos en blanco y da media vuelta. Él la sigue con la mirada, nota esa especie de celos, más bien, la indignación. Es cierto, de repente, está enfadada e indignada, como muchas de las veces que habla con Andrew.
  No está celosa, ¿por qué iba a estarlo? Es solo que le dan rabia las chicas como esa.  
•••
  La ve. Sale del coche. Ella está metiendo las llaves en la cerradura. Da un respingo cuando siente unas manos tapándole en los ojos. Se asusta pero se calma al reconocer ese olor. No sabe si sonreír o no, todavía está un poco indignada.
-          ¿Se puede saber qué haces?
-          Adivina quién soy.
-          Andrew, por favor.
  La suelta, sin oponer resistencia. Le quita las llaves de las manos y las mete en el bolsillo de los vaqueros. Lleva la misma ropa que cuando actuó. Ella hace un mohín con la boca y extiende una mano para que se las devuelva.
-          Venga, dámelas. Es tarde, debería llevar un rato en casa.
-          Sigues con tus intentos de hacerte la rebelde, entonces.
-          Si, sigo con ellos – intenta ser sarcástica.
  Las saca y está a punto de dárselas. Se pone más serio. Silencio. Pasa la lengua por los dientes, pensando. Ella espera.
-          No es mi novia.
-          No creo que nadie soportara tenerte como novio, ni siquiera ella.
-          Te repites. Además, ¿qué es eso que noto en tu voz? ¿Rencor?
-          ¿Por qué iba a sentir rencor?
-          Cierto, son celos.
  Pone los ojos en blanco y le arrebata las llaves. Las mete en la cerradura, sin molestarse en no hacer ruido. Lo mira con rabia. La descoloca. La saca de sus casillas.
-          ¿Vas a cerrarme la puerta en las narices?
-          Exacto.
 Ríe para sí misma cuando lo hace. Se apoya en la puerta y enciende la luz. Recorre la estancia con la mirada, no hace mucho que la conoce, apenas cinco meses.
  Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Primero la beca. Bruno la había apoyado al principio, cuando la cosa se veía casi imposible; sonaba horrible decir que no confiaba en ella pero era así, no confiaba en que pudiera conseguir la oportunidad de irse. Y se fue, con el sabor de la ruptura y la discusión en los labios.
  Luego, sus padres. No quiere recordar ese apartado, las heridas aún están frescas. Un escalofrío le recorre la espalda. Suspira y ve que se enciende la luz de las escaleras, entonces, Víctor se asoma mientras hace una mueca de enfado.

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