Pierdo el tiempo.

"Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos"

Lovers

lunes, 4 de abril de 2011

Primera escena, doceavo capítulo



Cumple su palabra. Allí está todos los días de la semana, esperándola, arrancándole una sonrisa por unas cosas o por otras. Pero no sólo está allí justo cinco minutos antes de que acaben las clases todos los días de esa semana, sino que también de la siguiente. El corvette parece formar el cuadro de una foto de los setenta, junto con la calle adoquinada y los sauces con esas hojas encantadoras que a ella le hacen soñar.
  Ella se descubre esperando a que acabe la clase para ver si hoy también ha venido, para sonreírse a sí misma y que Claudia la mire con esos ojos de sospecha y a la vez de felicidad.  
  No sólo su amiga sospecha, todos sospechan. Claudia intenta sonsacar información pero ella sólo se echa a reír cuando le saca el tema. Chris la mira receloso y apenas le dirige la palabra. A Víctor le alegra ver el cambio, notar lo poderosa que es la fuerza de ese chico, cómo ha sido capaz de hacerla olvidar. Mateo se pregunta si todas las bromas que le gasta acerca de Andrew tendrán su parte de verdad.
  El primer fin de semana, ella incluso lo echa de menos; parece que le falta algo, que no se siente completamente cómoda si no está. Luego se recuerda lo mucho que lo llega a detestar a veces.
  El segundo fin de semana es él el que le cuenta que el sábado noche tocará en un local. Lo deja caer en forma de invitación. Ella bromea a costa de su música, él bromea acerca de su forma de hablar.
  Y ella llama a Claudia. Se pone esa falda de tubo que le queda tan bien y apenas se maquilla. Toman un refresco mientras el grupo no toca. Claudia habla sobre el chico que Graciela tiene a sus espaldas, sin dejar de mirarlo y acicalarse el pelo.
  Sin darse cuenta, entre copas que se van acelerando, Andrew sale a tocar. La busca con la mirada y no es difícil encontrarla, allí, sentada en la barra entre todo ese gentío que no se esperaban; lleva el pelo de esa forma desarreglada que tanto le gusta, con ese aspecto de sedoso que le hace querer hundir los dedos en él. Le molesta que ella no se percate de que ya han salido al escenario hasta que empieza a hablar por el micrófono y se gira, como sorprendida, y se le dibuja una sonrisa en la cara, que hace que se le eleven los pómulos como sólo ella es capaz de hacer.
  Descanso de quince minutos tras tocar unas siete canciones. Lo sigue con la mirada cuando baja del escenario por el frente, sin preocuparse en usar las escaleras. Lleva esas zapatillas viejísimas que, no sabe si por casualidad o porque son una especie de amuleto, se pone en los conciertos.
  La mira, sin darle importancia a todas las cabezas de en medio que intentan robarle esa imagen de niña buena.
-          Sabía que vendrías.
  Ella le sostiene la mirada, sin miedo alguno, incluso con un toque de burla.
-          No tenía nada mejor que hacer.
-          ¿Por eso te has pintado los labios?
-          Por si veía a alguien interesante.
  Acerca un taburete al de ella. Pide una cerveza. Luego se pierde mirándole las piernas.
-          Venga, ¿qué te ha parecido?
-          Mejor que la última vez que os he visto.
-          ¿Debo tomármelo como un cumplido?
-          Eso creo.
  Ríe y bebe de su copa. Parece animada, aunque tal vez sea efecto del alcohol.
-          ¿Y tu amiga?
-          Allí – señala a Claudia, que tontea con el chico del que no paraba de hablar -. Y creo que tienen para rato. 

1 comentario:

. dijo...

El diálogo como siempre perfecto :D