Sale dando un portazo, lo más fuerte posible, que le habría gustado que derribara la casa y que con ella cayera todo a su alrededor, la ciudad, su nueva vida. No sabe ni a donde va ni hacia donde quiere ir pero camina con paso rápido. Siente que las lágrimas queman sus ojos. Es como si una bomba atómica hubiese caído dentro de sí misma, arrasándolo todo, sin piedad.
También tiene ganas de patalear, de golpear, de morder y de arañar. En otro momento tal vez le habría gustado que él saliese gritando una disculpa o algo bonito, como en alguna de sus películas favoritas, y que ella se diese cuenta de que no hay error, de que nunca lo ha habido, sino sólo confusión por ambas partes. Pero Bruno no sale y ella lo agradece y lo desagradece.
2 comentarios:
Me encanta lo que escribes!
Y la continuación?
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