Es tarde cuando llega. Coge las llaves del bolsillo rápidamente, en la calle hace mucho frío. Las mete en la cerradura, abre la puerta y entra en la casa intentando no hacer demasiado ruido. Sí, es más tarde de lo que había esperado. 
No enciende la luz. En la oscuridad parece que desaparece y eso es lo que busca ahora mismo. 
Víctor la enciende por ella. Baja las escaleras. No sabe cómo calificar su cara. 
- ¿Dónde has estado? Estaba preocupado. 
- No ha sido un buen día. 
- Eso no es una excusa. Estaba preocupado – repite -. Además, has dejado el teléfono encima de la mesa, no sabía cómo localizarte. 
- Lo siento. Debería haber avisado. 
- Claro que sí. Yo me voy a la cama, mañana tengo que madrugar, no sé si lo recuerdas. Tu cena y la de Bruno están en el horno, por si tenéis hambre. Por cierto, ¿dónde está? 
Nudo en el estómago. Frío repentino. Dedos inquietos que tiemblan. Ojos que bailan. Pestañas que abanican. 
- Se ha ido – Es simple de decir, pero complicado de pensar. 
- ¿A dónde?
- Se ha ido.
Víctor frunce el ceño. No entiende bien qué es lo que está pasando pero, por la cara de la chica, sabe que se trata de algo serio. 
- Pero, ¿volverá? 
- No lo sé – y, de pronto, la idea la aterroriza. 
1 comentario:
me encanta tu novela :)
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