-          No quiero volver. 
  Él gira la cara para mirarla. Está tumbada a su lado, dejando el olor de su cabello en la almohada, en el edredón, sin piedad.
-          ¿Por qué?
-          Tengo miedo. 
  Ahora le clava los ojos, esos ojos que son capaces de viajar en el tiempo, ser niña y dos segundos después tener ochenta años de experiencia. 
-          ¿A qué? 
-          A afrontar la verdad.
-          Huir no es la manera de solucionar nada. 
-          Lo sé y debería saberlo mejor que nadie. Una vez huí y los problemas han vuelto a encontrarme. 
-          Por eso debes afrontarlos. Debes ir a casa y hacerle frente a la realidad de que él ya no está; luego, sentirte orgullosa por ser tan fiel a tus propósitos, a tus sueños. 
-          Quizá. 
  Su boca parece no querer sonreír, pero ella se esfuerza por hacerlo. Él le coge la cara con suavidad, notando que la maldita tristeza ha vuelto a ella. 
-          Eh, mírame, estarás bien, todo estará bien. 
2 comentarios:
me encanta como escribes. gracias
Me gusta mucho lo que escribes y tu blog asique te sigo :) Un besito
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